Sueñan con un futuro profesional, pero su estatus legal se los impide.

Luis Contreras comenzó a trabajar apenas recibió su título de técnico en redes y sistemas computacionales en junio pasado. Pero la llave al mundo laboral no fueron sus estudios.

Durante los dos meses siguientes, este joven pasó largas jornadas bajo el sol reparando techos: el roofing en la industria de la construcción era una de las pocas opciones laborales que le quedaban. Debido a su estatus migratorio, no podía obtener uno de los trabajos que le habían ofrecido antes de recibirse.

“Me preguntaba para qué me había graduado de college (sic), para qué había hecho mi mamá tanto esfuerzo”, dijo este joven de 24 años a MundoHispánico.

Su situación pudo ser como la de un sinnúmero de muchachos indocumentados que, a pesar de obtener títulos universitarios, terminan realizando trabajos pobremente remunerados, carentes de prestaciones y prácticamente privados de cualquier derecho laboral, explicó Roberto González, sociólogo de la Universidad de Chicago.

“Este es el proceso de aprender a ser ‘ilegales’, de vivir en este mundo creado por nuestras leyes migratorias, por el que muchos jóvenes atraviesan ante las reducidas opciones que tienen”, dijo.

Esta desigualdad es producto de un sistema que por un lado hace legal que estos jóvenes estudien en las escuelas públicas del país pero que a la postre les niega el trabajo, el voto, viajar al extranjero, recibir ayuda financiera y conducir en muchos estados, explicó el sociólogo.

“Y además corren el riesgo latente de que los deporten en cualquier momento”, añadió.

El estudio

El estudio de González, titulado “Aprendiendo a ser ‘ilegal’”, es un trabajo en el que siguió a 150 estudiantes indocumentados de Los Ángeles durante cuatro años y medio, lapso en el que estos jóvenes confrontaron el hecho de no tener documentos, indicó el sociólogo.

“Estos jóvenes son muy distintos a sus compañeros, pero también muy distintos a sus padres”, explicó.

A diferencia de sus padres, que vienen a este país a sabiendas de que será una vida dura, estos jóvenes se crean otras expectativas al volverse parte del sistema educativo, detalló González.

“Se integran a esta gran institución estadounidense y ahí forman amistades con estadounidenses y acumulan experiencias de este país. Pero a los 15 o 16 años se dan cuenta de las limitaciones que acarrea su estatus”, dijo.

A esa edad justamente Contreras se dio cuenta de la diferencia que hacía el no tener un número de Seguro Social.

“Uno como que se acostumbra porque no puede sacar una licencia y no puede trabajar como los demás, pero nunca dejé que eso me deprimiera”, manifestó Contreras.

Pero a muchos otros esto los golpea duro.

González explicó que la gran mayoría de los estudiantes que enfrentan su estatus migratorio a esa edad suelen abandonar la escuela y adquieren responsabilidades serias, como contribuir a la economía familiar.

“Esto pasa mientras ellos ven que sus amigos avanzan en la sociedad y que ellos se quedan atascados en la adolescencia”, explicó.

A esto se suman todas las frustraciones de no poder ir a la universidad, no poder conducir, no poder aceptar alguna clase de prácticas profesionales y tener que inventar excusas para esconder su realidad, detalló.

Opciones limitadas

Ante un panorama que no ofrece demasiado, el ir a la universidad se vuelve en una oportunidad de prolongar la protección que ofrecen las escuelas y de paso aprender habilidades más sofisticadas, explicó el sociólogo.

“Además, el ir a la universidad es una de las pocas cosas legales que los adultos indocumentados pueden hacer”, dijo.

Pero al obtener sus títulos universitarios, o incluso de maestría o doctorado, estos jóvenes terminan laborando en trabajos muy similares a los que sus padres realizaban.

“Son una historia de talento desperdiciado, de sueños quebrantados por un sistema migratorio que está fuera de la realidad contemporánea”, dijo.

Imposibilitado de aceptar las ofertas de trabajo, Contreras abrió su propio negocio, donde piensa en un mejor futuro y se cuestiona por qué es casi imposible que los estudiantes indocumentados salgan adelante.

“Pareciera que nos quieren mantener trabajando en restaurantes de comida rápida, en labores físicas, en las cosas que ‘ellos’ no quieren hacer”, afirmó.

La Universidad de la Libertad

Para mejorar esos prospectos poco alentadores, un grupo de profesores de la Universidad de Georgia (UGA) comenzará a impartir un curso universitario gratuito para todos los estudiantes indocumentados en lo que han denominado la Universidad de la Libertad.

“Es un proyecto que un grupo de colegas armaron en respuesta a las leyes contra estudiantes indocumentados que fueron aprobadas en el sistema universitario de Georgia el año pasado”, explicó Lorgia García Peña, profesora de UGA y una de las fundadoras de este movimiento.

De acuerdo con una medida aprobada el año pasado por la Junta de Regentes del Sistema Universitario, las universidades de Georgia pueden prohibir la matrícula de estudiantes indocumentados que ocupen plazas de ciudadanos o residentes con igual o mejores calificaciones académicas.

“Estas leyes no son justas porque nosotros como educadores pensamos que la educación es un derecho para todos sin importar raza, color, estatus económico ni estatus legal”, dijo García Peña.

Aunque esta iniciativa aún no tiene validez oficial, la docente comentó que es un remedio inmediato que acompaña a la lucha para cambiar las leyes de Georgia que se oponen a la inmigración ilegal.

“Este curso no es una sustitución de la lucha real, que es que los estudiantes puedan ingresar a las universidades estatales”, dijo.

Será durante la primera semana de octubre que comience a impartirse la clase de American Civilization. En este momento se encuentran recibiendo solicitudes.

John Millsaps, portavoz de la Junta de Regentes, dijo que el organismo no tenía posición al respecto de esta iniciativa y que los profesores y empleados de la universidad son libres de realizar cualquier actividad en su tiempo libre siempre y cuando no interfiera con su trabajo.

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Opciones para estudiantes indocumentados

» El Fondo Mexico-Estadounidese de Educación y Protección Legal (MALDEF) ofrece becas de $5,000 a estudiantes indocumentados que acudan a una universidad. Se evaluarán los logros académicos y su involucramiento en el movimiento porque se apruebe el DREAM Act. La fecha límite de aplicación es el 15 de septiembre. Más información en www.maldef.org

» La ‘Universidad de la Libertad’ impartirá un gratuito cruso de octubre a abril. La fecha límite para inscribirse es el 15 de septiembre.

Se aceptará a todos los estudiantes indocumentados que hayan terminado High School o tengan el GED.

Las clases se impartirán un sábado al mes en Athens, Georgia.

 

En números

74,000

Número de posibles beneficiarios del DREAM Act en Georgia, de acuerdo con el Migration Policy Institute.

501

Jóvenes indocumentados que estudian en las cinco universidades más prestigiosas del estado en 2010.

0.08%

Porcentaje de estudiantes universitarios indocumentados en las universidades públicas más prestigiosas de Georgia.

Fuente: Migration Policy Institute y Junta de Regentes del Sistema Universitario de Georgia.