
México fue el país más peligroso del mundo para los reporteros en 2011 según el Instituto Internacional de la Prensa (IPI).
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Por Ana Arana y Esteban Roman
Las balas sonaron en el estadio y los jugadores dejaron de perseguir el balón y corrieron hacia los vestidores. Nadie sabía en ese momento de dónde venían los disparos en aquel partido de la liga mexicana de futbol, el 20 de agosto de 2011. Millones de espectadores frente a la televisión observaron cómo los espectadores se escondían bajo sus asientos en el estadio de la ciudad industrial de Torreón, Coahuila.
Televisión Azteca detuvo la transmisión. Pero el canal internacional ESPN siguió al aire, rompiendo record de audiencia en un juego de futbol local. Por primera vez la violencia relacionada con el narcotráfico se mezclaba con el deporte tradicional por excelencia en México. Para el diario de mayor circulación de Torreón, “El Siglo”, la nota sobre la balacera en el estadio apareció en primera plana. Sin embargo, el periódico no explicó las razones del enfrentamiento entre el cártel de los Zetas y policías, ciñéndose así a sus políticas editoriales. Los editores saben que los criminales leen sus páginas para conocer cómo se hablan de ellos los comunicadores.
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Las amenazas y un vacío de información oficial complican el trabajo de los reporteros, de acuerdo con una investigación sobre autocensura en la prensa regional realizada por Fundación MEPI, una organización de periodismo de investigación basada en la Ciudad de México.
En la redacción del periódico regional El Siglo de Torreón los editores y reporteros debatieron la noticia de la balacera en el estadio. Entendían su importancia, pero dudaban sobre publicar las fotos en primera plana. “Sabíamos que si las publicábamos (las fotos) íbamos a incurrir en mucho peligro”, dijo Javier Garza, director editorial del diario. Su preocupación estaba fundamentada, desde 2009 las oficinas del diario han sido atacadas en dos ocasiones por hombres armados. Los periodistas de El Siglo han recibido amenazas y advertencias de criminales a los que disgusta su cobertura.
México fue el país más peligroso del mundo para los reporteros en 2011 según el Instituto Internacional de la Prensa (IPI). Diez periodistas fueron asesinados el año pasado y la tendencia continúa en 2012. El miedo constante de ser blanco de represalias del crimen organizado ha profundizado el sentido de autocensura en los medios regionales mexicanos, de acuerdo con la investigación de MEPI.
El estudio, que abarca un periodo de seis meses de publicaciones en la prensa mexicana, monitoreó periódicos en los 14 estados de la República Mexicana con mayor índice de violencia relacionada con el crimen organizado. Este trabajo buscó medir cómo los contenidos de las publicaciones de esos estados, ubicados en el centro y norte del país, fueron impactados por la violencia. Se encontró que la cobertura sobre crimen organizado de estos medios aumentó más del 100 por ciento en 2011 en comparación con 2010, primera vez que se realizó la evaluación. Las nuevas cifras indican que 7 de cada 10 historias publicadas eran sobre incidentes relacionados con el crimen organizado en tales estados. Aun así, únicamente dos de los periódicos que MEPI monitoreó —El Norte en Monterrey y El Informador en Guadalajara—contextualizaron la violencia, identificaron a las víctimas y se dio seguimiento a las historias.
Una mayor cobertura en los periódicos regionales en 2011 no reflejó políticas editoriales ni trabajos periodísticos más contundentes. Respondió a un crecimiento exponencial de la violencia en México, que ese año incluyó más ejecuciones del crimen organizado, las cuales aumentaron un 9 por ciento en todo el país, según el sociólogo Eduardo Guerrero, de Lantia Asociados. En algunos municipios la cifra se disparó a más del 100 por ciento.
“Los asesinatos fueron espectaculares en tamaño y dimensión”, dijo por su parte Alejandro Hope, experto en seguridad y ex analista del órgano de inteligencia civil mexicano, CISEN. “No había manera de que la prensa regional los ignorara”.
Entre los incidentes más sangrientos de 2011 se cuentan: en Monterrey, el incendio provocado por Los Zetas en el “Casino Royale”, una casa de apuestas y donde murieron 52 personas. En Veracruz, al sur del país, fueron encontrados 35 cuerpos desnudos en una avenida principal. En Guadalajara, la segunda ciudad más grande de México, fueron hallados 28 cuerpos hacinados en una camioneta abandonada en una calle muy transitada.
Reportes policiacos incompletos
El miedo no es la única razón de una cobertura superficial de la violencia en México., según editores y reporteros.
El flujo limitado de información oficial es el factor clave que afecta los contenidos en los periódicos. En el caso de la balacera en el estadio de Torreón, las autoridades locales no proporcionaron un reporte policiaco completo y, de acuerdo con los protocolos de seguridad de El Siglo, los reporteros solo incluyeron las versiones oficiales en sus historias.
“Ha sido un calvario obtener datos precisos de las autoridades locales”, dijo Garza. Por ejemplo, la metodología usada por las procuradurías estatales para contabilizar homicidios es diferente a la utilizada por la policía municipal. “Algunas veces recibimos información de tres agencias de gobierno, y todas se contradicen entre sí”, precisó.
Sin información consistente de autoridades locales y federales, los medios regionales no pueden añadir contexto en sus notas, dijo Garza.
Torreón, por ejemplo, es un territorio disputado por carteles del narcotráfico, y otros siete estados están en la misma situación, atrapados en un fuego cruzado entre organizaciones criminales y con poca información oficial que contextualice la violencia. En la mayoría de estos estados, tales factores inclinan la balanza en la cobertura y las actividades criminales, como decapitaciones y secuestros, predominan en los reportes periodísticos.
Una revisión de los contenidos de El Siglo de Torreón en 2011 muestra que en las historias donde se menciona al crimen organizado, 457 eran sobre acciones policiacas frente a 713 donde se destacan las de grupos criminales.
Irónicamente, los medios de estados controlados por un grupo criminal tienden a publicar más notas sobre acciones del gobierno, como arrestos y operaciones policiacas.
Los medios en Tamaulipas, Michoacán y Zacatecas, estados influenciados por el grupo de Los Zetas, evitan escribir sobre esa organización criminal y sus actividades.
En Tamaulipas, donde el estudio de MEPI encontró el índice más alto de autocensura, el diario El Mañana rara vez cubre violencia del crimen organizado. Las pocas historias sobre crimen que publica suceden en Texas.
En ese estado los periódicos imponen códigos que restringen la cobertura, mientras que los reporteros, temiendo por su seguridad, se contienen en su manera de informar. “En Tamaulipas la prensa está cooptada”, dijo Carlos Flores, experto en seguridad y autor de un libro sobre la colusión entre los gobiernos estatales y el crimen organizado en Tamaulipas. Otra preocupación para muchos periodistas son los casos de infiltración de los carteles en las redacciones, a través de colegas reporteros, de acuerdo con Flores.
Michoacán es otro estado donde la cobertura sobre crimen organizado es limitada, según el estudio de MEPI. Esto ocurre a pesar de que es abiertamente aceptado que el cartel de La Familia y otro grupo, Los Caballeros Templarios, controlan las actividades criminales. El diario monitoreado, La Voz de Michoacán, nunca menciona a ninguno de estos dos grupos en sus notas.
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